jueves, 16 de febrero de 2012

Dracula's kitchen

Bueno, agradable y barato. He ahí el salmo del buen comidista en tiempos de paro y crisis. Y si además, y por el mismo precio, tenemos la oportunidad de conocer algo realmente novedoso para nosotros en el reducido espacio en el que nos ha tocado vivir, miel sobre hojuelas.

¿Qué podemos decir sobre la cocina rumana? Yo no tenía que decir hasta que me encontré con el restaurante Bambi y tuve la osadía de sentarme en su terraza a ver qué pasaba. Y lo que pasó fue tan agradable que anhelo el momento de volver a repetir.

Sobre Rumanía en general se saben pocas cosas por estos lares. Y más allá de sus increíbles paisajes, las más de las veces tenemos referencias negativas del país. El conde Drácula es una, pero la exportación de bandas de violentos delincuentes es otra que tampoco vamos a negar. Una negra con la que tienen que cargar los pacíficos y honestos oriundos de aquellas tierras, como cargamos con las propias todos los demás.

Descubrir la cocina rumana proporciona un nuevo punto de vista sobre el país. Sobre todo si, además, lo haces en un local en el que la atención al cliente es no solo cordial y profesional, sino excepcional, lo que te brinda también la oportunidad de descubrir a los verdaderos rumanos.

Esa fue al menos nuestra experiencia en el restaurante Bambi (ignoro de dónde puede haber salido un nombre tan aparentemente inapropiado), un pequeño y sencillo local situado en un lugar no demasiado céntrico del Puerto de la Cruz (Tenerife) y cuya página web, plagada de información sobre todo lo que se les pueda ocurrir preguntar, pueden visitar aquí.


¿El menú? Bueno, pues una solo puede hablar de lo que conoce. Hojas de col rellenas (sarmale), gulasch de ternera servido con puré de papas, arroz pilaf con pato y setas y, de postre, una tarta de manzana al estilo del lugar. Pero hay mucho más por descubrir.

Comida más que suficiente, reconfortante, servida con dedicación y esmero y todo ello a un precio realmente convincente: 30,60 euros a dividir entre dos. ¿Se puede pedir más?








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