miércoles, 28 de marzo de 2012

Este no es un post de género

Quino for ever.
Este no es un post de género. De verdad. No al menos de esa clase de debate de género que consiste en tirarse los platos a la cabeza con todo lo que tienen pegado (de añísimos¡¡¡) antes de haber pasado por el lavavajillas.

Lo que yo buscaba en realidad era tener la oportunidad de poneros la viñeta de Quino que me llegó por algún lado y que veis arriba. Porque es entrañable, sí, y con el punto de acidez que siempre cabe esperar de la mítica Mafalda. Pero sobre todo porque no puedo reprimir las ganas de enmendarle la plana a Quino. 

¿Que qué estoy diciendo? Lo que quiero decir es que en el bocadillo de Mafalda lo que en realidad debería decir es lo siguiente: Mamá, ¿con cuál de tus dos vidas te habrías quedado si hubieras podido  elegir solo una? Con lo que pretendo demostrar que Quino es indudablemente genial pero, al fin y al cabo, un hombre.

¡Ni un paso atrás!, debería ser la consigna de las mujeres en los nuevos y malos tiempos. Porque todas pericibimos con claridad en nuestro fuero más interno que este desmantelamiento de derechos al que nos están sometiendo a todos con motivo de la crisis que nos han impuesto entre unos cuantos terminarán por afectar, y mucho, a la posición de las féminas en la sociedad.


EPA España IV Trim 2011
TotalHombresMujeres
Tasa de paro [+]22,85%22,46%23,32%
Paro menores de 25 años [+]48,56%50,56%46,31%
Paro mayores de 25 años [+]20,65%20,13%21,27%
Paro entre 16 y 19 años [+]69,35%69,26%69,48%
Paro entre 20 y 24 años [+]44,45%46,52%42,18%
Paro entre 25 y 54 años [+]21,44%20,84%22,16%
Paro mayores de 55 años [+]15,55%15,95%14,99%
Como se puede colegir de los últimos datos publicados de la Encuesta de Población Activa (EPA), el paro femenino aún no se despega demasiado en líneas generales del masculino (23,32% frente al 22,46%), aunque estos porcentajes hay que valorarlos en un contexto donde la tasa de empleo femenino sigue estando sensiblemente por debajo de la masculina y, también, en función de las franjas de edad.

Pero todo se andará en la medida en que en los hogares españoles con los dos cónyuges en paro, cada vez más, haya que elegir. Y me refiero a elegir en dónde se invierte, si en el reciclaje académico y/o profesional en busca de nuevas oportunidades de trabajo del elemento o del masculino del dúo.

¿Cuántos de nuestros buenos hombres aún en plena fase de reconversión en términos de igualdad de género soportarán asumir el papel de amos de casa y potenciar la figura de la fémina sostenedora de la economía familiar? Yo tengo la respuesta: en principio solo aquellos que vengan comprobando en sus propias carnes tiempo ha que el elemento femenino, en su particular pareja, es el que tiene mayor relevancia profesional, económica y social. Y lo cierto es que situaciones así cada día están más extendidas pero, por muchos cuentos que nos cuenten, distan mucho de ser habituales.

Pero lo que está en juego no depende solo la mentalidad de ellos. También la de ellas, nosotras, nos puede deparar todavía ingratas sorpresas. ¿De qué trampas, entre ellas la maternidad, nos podemos considerar real y definitivamente liberadas?

Me gustaría saber cuál es vuestra opinión sobre este siempre peliagudo asunto.








 PA España IV Tri

 

jueves, 22 de marzo de 2012

miércoles, 14 de marzo de 2012

Cuota aquí y cuota allá

El título de esta entrada debe ser leído con el fondo musical de Mecano con su Maquíllate. Y si habéis pinchado en el enlace, tal y como os propongo, seguro que vamos a convenir en lo siguiente: ¡pero cómo pudimos ser tan horteras¡ Yo no tengo respuesta a tanto mal gusto en cuestión de look, que es como lo llamábamos entonces. Pero sí un gran argumento en nuestra defensa: ¡qué bien lo pasamos en los 80¡

Remembers aparte, vayamos a la cuestión. Y esta no es otra que uno de los debates más encendidos que se están produciendo en algunos de los grupos de Linkedin, red a la que, como muchos de vosotros, pertenezco. La cuestión es la siguiente: ¿Debe el sistema de empleo contemplar cuotas para mayores de 50 años?.

No concibe mi mentalidad ningún tipo de cuota. Porque aunque admito que, en ocasiones, sirven para equilibrar un poco el sistema de privilegios que está establecido, lo suele hacer en beneficio de tan solo unos pocos. Me explico: ¿quién se ha beneficiado del sistema 60%-40% de la cuota femenina en las organizaciones políticas y en los cargos públicos? Pues básicamente las mujeres que se dedican a la política y que han encontrado en  este mecanismo una fórmula muy útil para relanzar sus carreras.

 ¡Ya oigo a las hordas del feminismo desarratado cabalgar en mi busca y captura! Pero antes de acabar conmigo, pensadlo un poquito más, por favor. ¿En qué medida las cuotas femeninas han ayudado a mejorar de forma global la condición de la mujer en el mundo empresarial, laboral y académico? ¿Cómo se mide el trabajo que, supuestamente, hacen por nosotras las que han pillado cargo gracias a la cuota de marras?

Yo soy muy escéptica a este respecto. Y no lo digo por experiencia, sino porque me ha pasado. Quiero decir: he vivido y vivo tan de cerca el mundo de la política en mi ámbito autonómico como para saber que las mujeres, una vez se hacen con su pedazo de cuota, se olvidan por completo de sus congéneres.  Más todavía cuando, como en el momento actual, lo único que se reparte en este país es miseria.

¿Cómo podríamos calificar esta actitud? Pues de un forma tan simple que hasta vergüenza da escribirla: actúan igualito igualito que los hombres. Y eso haciendo un esfuerzo para mostrarme justa.

Pero no pretendía yo meterme hoy en este berenjenal, sino en el de las cuotas para desempleados de 50 años o más. Ya he escrito en otra ocasión (pincha aquí para ver la entrada) sobre los agravantes del paro a edades como las nuestras. (Ah, ¿qué eres más joven? No te preocupes que ya llegarás...). Pero, ¿de verdad piensa alguien que el sistema de cuotas arregla algo más allá de la vida de algunos de nosotros, cincuentones con intereses personales tan legítimos como los  de cualquier otro colectivo?

Cuando se habla de cuotas parece que se olvida que, para coger cacho en medidas públicas de estas características, también hay que partirse la cara con los compañeros de porción. ¿O será la cuota capaz de generar puestos de trabajo dónde no los hay? Bueno, eso no sería una cuota, sería un milagro. Y, además, con tanto colectivo (jóvenes, mayores, mujeres, desempleados de larga duración...) reclamando cuota aquí y cuota allá, ¡vamos a agotar por completo la tarta del %¡ ¿No os parece?

Yo creo en definitiva que desde las administraciones públicas se deben implementar medidas de apoyo a los colectivos desfavorecidos, pero no en función de cuotas, sino de necesidades objetivamente demostrables.

lunes, 12 de marzo de 2012

Desempleadas, sí. Paradas?: Ja¡



Cuando el pasado 8 de marzo muchos varones bienpensantes nos alentaban a través de las redes sociales por nuestra lucha en pos de la igualdad, yo intervine en la fiesta con tan solo dos tuits. En el primero me preguntaba si las buenas intenciones que expresaban tantas felicitaciones, reconocimientos y expresiones de ánimo se iban a traducir en el reparto equitativo de los altos puestos directivos, y sus varoniles sueldos, de tantos hombres aparentemente dispuestos a dar a la mujer lo que se merece (y no su merecido, que eso tiene otra nefasta connotación). Y en el segundo hacía hincapié en una gran obviedad: mujeres desempleadas hay muchas, muchísimas, porque somos uno de los colectivos más castigados por la crisis. Pero mujeres paradas, lo que se dice paradas, hay muy pocas.

Nada más lejos de mi intención que generar con este post un agrio debate de género. Para entrar en este territorio recomiendo venir ya convenientemente desbravado de casa. Tan solo pretendo poner en evidencia las sustanciales diferencias que acontecen en torno al concepto paro cuando se aplica a un hombre y cuando se aplica a una mujer.

El primero de ellos está en relación a la autoestima. Por regla general, el varón tiene una autoestima más ligada con su desempeño profesional que lo que la tiene la mujer, aunque también en este aspecto las cosas están cambiando a toda velocidad. De ahí que el desempleo suponga para los hombres un revés emocional aún mayor que el que supone para las mujeres, en términos generales más centradas  en cuanto al rating de su valoracion y popularidad en su mundo personal y familiar que en el laboral y social.

La segunda de las grandes diferencias es que, en cuanto se queda mano sobre mano, la mujer desempleada suele asumir de manera natural  el papel de ama de casa y cuidadora familiar que había encomendado a medias a profesionales o colaboradores para poder participar en el mundo laboral . No quiere decir esto que los hombres que se quedan en paro no se impliquen más en las tareas domésticas, que algunos sí lo hacen. Lo que quiere significar es que la mujer encuentra que su segundo trabajo, el que le esperaba cada día en casa después de terminar su jornada laboral remunerada, reclama ahora toda su atención. Sobre todo cuando, como suele ser el caso, su desempleo conlleva una importante disminución de los ingresos familiares que es preciso compensar reduciendo otros gastos, como los de la empleada de hogar o los cuidadores de niños y ancianos.

Si además convenimos que las mujeres, en calidad de cuidadoras de niños, enfermos y ancianos, van a ser las principales paganinis de los recortes en Servicios Sociales que están ejecutando todas las administraciones a causa de la crisis económica, ¿cabe ya alguna duda de que existen muchas mujeres desempleadas pero muy pocas paradas? Para mí no.

lunes, 5 de marzo de 2012

Una nueva realidad




Mientras solo nos veamos como generadores de derechos, y nunca de deberes, este sistema permanecerá enfermo. Y el sentido de la polémica que ha provocado la enunciación por el Gobierno de la puesta en marcha de medidas para que los que cobramos el paro desempeñemos determinados trabajos sociales, es un buen ejemplo de esa mentalidad enfermiza que nos ha llevado a pensar que tenemos derecho a disfrutar del llamado Estado del Bienestar pero ninguna obligación en su mantenimiento.

¿Si no somos culpables de la crisis, que no lo somos, tampoco tenemos porqué contribuir a salir de ella? Bueno, esa es una forma de ver las cosas, pero desde luego no es la que exige las circunstancias. Es como si un barco se está hundiendo por culpa del capitán -¿les suena?- y nosotros nos limitamos a  plantificarnos de morros en cubierta blandiendo el seguro de viaje que incluye nuestro billete.

Como casi siempre, los sindicatos coadyuvan al problema y no a la solución. Primero insistiendo en la idea de que el desempleo es un derecho que los trabajadores se han ganado por su cotización a lo largo de la vida laboral que, caiga la que caiga, es de exigencia disfrutar sin dar nada a cambio. Y segundo argumentando que la medida que se propone adoptar el Gobierno, si la reforma laboral supera en su actual formulación todos los trámites parlamentarios, supondrá la destrucción de empleo público.

De la primera de las ideas expuestas solo cabe decir que también las pensiones son derechos teóricamente adquiridos por los trabajadores a lo largo de su vida laboral que, a día de hoy, todos sabemos muy en entredicho. Dicho de otra manera. El Estado del Bienestar del que nos habíamos dotado no es un ente omnipotente, onmipresente y omnibenevolente. Muy al contrario, se nutre de la financiación que podamos darle y, si esta falla, se derrumba estrepitosamente sin que nuestros lamentos y nuestro empeño en mantenerlo en pie puedan hacer nada por evitarlo.

Y lo segundo queda rebatido con el mismo fondo argumental. ¿Empleo público? Si los sindicatos siguen pensando a día de hoy que el sector público -elefantiásico, voraz devorador de impuestos y de lento y torpe proceder- tiene que seguir creciendo en lugar de reducirse, regenerarse y reconvertirse, apaga y vamonos. No han entendido nada o, si lo entienden, prefieren seguir engañando a su parroquia para garantizarse su supervivencia.

Somos ajenos a las decisiones u omisiones que han llevado a esta crisis. Pero, por desgracia, eso no nos alivia del hecho de ser sus principales víctimas. ¿Qué podemos hacer entonces? Cambiar de mentalidad es una opción positiva. Aferrarnos al estado de cosas que creímos que siempre permanecería solo nos llevara a la frustración.

Dimos la gestión de nuestros asuntos a personas que han traicionado nuestra confianza una y otra vez sin que, como ciudadanos, hayamos extremado la función de vigilancia y exigencia de corrección ante los primeros síntomas de desvío del fin último del servicio público, que es la defensa del interés general.

Ahora estamos pagando la factura de la frivolidad y la despreocupación con la que hemos acudido a las urnas. Y en esa factura se incluyen algunos gastos con nombres y apellidos, como los que proceden del desmantelamiento del Estado del Bienestar a manos de aquellos a los que dimos carta blanca. Hablo de los recortes en Educación, Sanidad y Servios Sociales, hablo de la volatilidad del sistema de pensiones y hablo, también, de los interrogantes sobre el mantenimiento del actual sistema de prestación por desempleo. Ante este panorama se me antoja que colaborar en trabajos sociales mientras se cobra el desempleo es solo una anécdota que a nadie debería escandalizar.

Lo que sí debería escandalizar, lo que a mí escandaliza de forma brutal, es que se permita al sector público mantener su inútil enormidad mientras se procede al  recorte de las prestaciones más básicas en un Estado de la Incertidumbre que ya no deberíamos llamar de Bienestar.




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