La vida da muchas vueltas. Y en una de ellas te puedes ver arrojada al paro. Entonces puedes lamentarte, maldecir o, simplemente, vivirlo.
lunes, 13 de febrero de 2012
Conmigo que no cuenten
Si alguien se cree que esto se arregla poniendose en manos de los sindicatos, lo lleva claro. ¿Huelga general? Si me explican a quién ayuda una acción de ese tipo, salvo a unos sindicatos que solo buscan mayor poder para ellos mismos, tal vez me ponga en acción. Mientras tanto no me verán apoyando ni de palabra ni de hecho una huelga general.
Creería en los sindicatos y su capacidad para ponerse al frente del mantenimiento de los derechos y la dignidad laboral en tiempos tan oscuros si les hubiera visto ponerse al frente de la manifestación cuando el barco comenzó a mostrar sus primeros pero más que premonitorios boquetes. Pero no. No solo no tomaron las riendas para facilitar un nuevo estado de cosas en las relaciones laborales, dotándolas de mayor flexibilidad para tratar de minimizar o repartir los daños a fin de no ocasionar aún mayores descalabros. Es que además no mostraron otro interés que el intentar desvincularse de un sistema perverso del que ellos venían formando parte tan ricamente. Ese y el mantener en toda su brutalidad una administración pública que es, a todas luces, la más pesada carga económica de un país incapaz de generar trabajo para más del 22,9% de su población activa. Ahí está su público y ahí está su fuerza. Y a los demás poco más que un par de férreas consignas, solo útiles para que impedir que trabajadores y empresarios tratemos de entendernos en las actuales circunstancias.
¿Qué la culpa la tienen los bancos? Sí, pero yo no tengo porqué creer en los bancos. Por muy perspicaz que sea uno, lo suyo es todo lo contrario. A mí no me queda más remedio que depositar mi confianza en el Gobierno que me representa y en los sindicatos que dicen defender mis derechos. Y si el sistema político precisa de una urgente y profunda regeneración que le ponga al servicio del interés público y no del partidario, personal y/o patrimonial, ¿qué decir de unas organizaciones sindicales anquilosadas y atestadas de privilegiados y blindados funcionarios sin otra perspectiva de futuro que mantener su status quo?
Conmigo que no cuenten.
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