martes, 24 de enero de 2012

Duele (o debería doler) igual

Me repugna todo corporativismo por lo que tiene de mirada en corto sobre una amplia realidad. Y me repugna especialmente el corporativismo del que hacemos gala los periodistas, siempre dispuestos a presentarnos como imprescindibles y aguerridos defensores de las libertades públicas cuando lo que estamos haciendo es algo tan simple como defender nuestro propio sustento. ¿Por qué los periodistas nos espantamos más ante las dificultades de Público que ante las de Teka? ¿Tienen mayor pedigrí unos empleos que otros? ¿Duele más un periodista en paro que un operario industrial?

Los medios de comunicación responden a intereses económicos y políticos concretos y los que trabajamos en ellos, o lo hacíamos, estamos al servicio de esos intereses lo queramos o no. O lo sepamos o hayamos preferido ignorarlo. Por razones de modelo de negocio, la independencia, la veracidad y la pluralidad se mueven hoy en canales alternativos al margen de los grandes medios de comunicación y de las agencias de publicidad. Hacer periodismo y cumplir los objetivos de libertad de pensamiento, expresión y difusión es hoy más fácil que nunca. Así que, si lo que queremos es ser periodistas y contarle al mundo cómo lo vemos, nada tan fácil como abrirse el correspondiente blog. Otra cosa bien distinta es que aspiremos legitimamente a tener un trabajo remunerado en un medio de comunicación.

No nos engañemos ni tratemos de engañar a los demás. Un periodista en paro no es un pájaro que ya no puede emitir su canto de libertad y nutrir de esta manera la sed de verdad y justicia de sus semejantes. Un periodista en paro es una persona que se ha quedado sin trabajo, como tantos otros, y que se enfrenta a las dificultades económicas, sociales y emocionales propias de su condición. Lo suyo es un gran contratiempo, sin duda, pero el sistema democrático no se tambalea por ello ni menos ni mas de lo que ya lo venía haciendo.

La ilustración la he cogido prestada de Público. Al hilo recuerdo la potente sensación que me volvió a asaltar recientemente al pasar por un kiosco: el periodismo de papel, la prensa, huele cada vez más a naftalina. ¿Qué modelo emergerá tras la crisis?

2 comentarios:

  1. Lamentarse de como está quedando esta profesión no implica automáticamente que se le dé más valor que el paro registrado en otros sectores. Detesto los cantos sin fundamento a lo que sea. Creo que los lectores de hoy en día saben perfectamente que los medios son empresas de ahí, entre otras muchas razones, nuestro descrédito.

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  2. Nada más lejos de mi intención que abrir polémicas corporativistas... Pero en esta profesión hay muchos que se creen señalados por el dedo de Dios para mostrar al pueblo su destino solo porque su nombre o su fotografía aparece en uno u otro soporte mediático. Yo los golpes en el pecho me los doy en privado. En público solo reflexiono en voz alta sobre lo que acontece a mi alrededor. Un beso, compi, y gracias por tú comentario.

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