
Y digo que no podía haber elegido peor momento el anterior Gobierno socialista para tomar esta medida porque, cuando las familias españolas ven como se destruyen puestos de trabajo en su seno, es difícil pensar en que estarán en condiciones de comprometerse aún más con las personas a las que ellas dan empleo. Así, una medida que pretendía dar mayor seguridad a los empleados de hogar desembocará probablemente en nueva destrucción de empleo porque, lo normal en situaciones que obligan a toda clase de recortes, es que las familias en esta diatriba opten por dar por finalizada la relación laboral que en términos legales mantenían con su empleada de hogar. Y aún más. Lo harán las familias que están sufriendo los estragos del paro, pero también todas aquellas a las que la crisis económica ha sumido en una situación de pánico, o simple y humana inseguridad, que les impide asumir nuevos compromisos económicos y legales como empleadores.
Es el llamado efecto dominó, un indeseable pero automático efecto que las administraciones deben tener sobre la mesa y sopesar cuidadosamente antes de tomar decisiones absurdas como tantas de las que adoptó el Gobierno socialista.
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